Una silla de ruedas es un dispositivo móvil con ruedas que utilizan las personas que tienen dificultades para moverse o no pueden caminar.
Para algunas personas se trata de una solución temporal, por ejemplo tras una lesión o una operación, mientras que para otras la silla de ruedas es una ayuda permanente, que se utiliza a diario dentro y fuera de casa.
Para otros, se trata de una ayuda permanente, que se utiliza todos los días dentro y fuera del hogar. Estos últimos pueden ser personas mayores que no pueden moverse de forma independiente o personas más jóvenes con discapacidades.
Pero, ¿Cómo es realmente vivir en una silla de ruedas hoy en día? ¿Cuáles son las dificultades y los estereotipos a los que se enfrentan los usuarios de sillas de ruedas en particular? ¿Ha evolucionado también la tecnología en el desarrollo de estas ayudas en los últimos años?
En primer lugar, podemos decir que las sillas de ruedas que existen hoy en día en el mercado son capaces de responder a las necesidades más variadas y específicas: en función de los problemas del sujeto, se puede elegir un medio de transporte en lugar de otro, con el objetivo de facilitar el desplazamiento autónomo allí donde se encuentre, en casa, en la ciudad, de vacaciones o en el trabajo.
Además de poder moverse libremente, el objetivo es también garantizar la máxima comodidad y seguridad, para el bienestar psicofísico de la persona.
Veamos con más detalle qué sillas de ruedas se pueden utilizar, para quiénes son más adecuadas y cuáles son las principales dificultades que se pueden encontrar, incluso en la sociedad actual, para utilizar estas ayudas.
En este post veremos:
Los diferentes tipos de sillas de ruedas: tecnologías y requisitos
Hay muchos tipos de sillas de ruedas en el mercado, cada uno de ellos adaptado a necesidades específicas.
En primer lugar, hay sillas de ruedas ligeras o superligeras: las primeras están fabricadas con materiales como el aluminio y el titanio y pesan entre 8 y 16 kg, mientras que las segundas están hechas con materiales innovadores, aleaciones muy ligeras y resistentes, que permiten un peso total inferior a 8 kg. Estas sillas de ruedas son muy fáciles de transportar y levantar.
Luego están las sillas de ruedas eléctricas, que son muy útiles para moverse de forma independiente, especialmente para las personas que no pueden empujarse con los brazos. Existen varios modelos, aptos para su uso en interiores y exteriores, por niños o adultos.
También hay modelos plegables, que ayudan a ahorrar espacio cuando se necesitan y son especialmente fáciles de transportar.
Además, existen modelos para necesidades muy especiales, como las sillas de ruedas de playa, que son adecuadas para desplazarse por terrenos arenosos. Estos modelos se pueden comprar, pero normalmente se alquilan en instalaciones especialmente equipadas.
Las sillas de ruedas deportivas están diseñadas para aquellos que quieren hacer deporte y buscan la mejor tecnología y rendimiento.
Por último, no hay que olvidar las sillas de ruedas para el baño, que están fabricadas con materiales resistentes al agua para el baño o la ducha.
En todos estos casos, la silla de ruedas es adecuada para el sujeto si responde efectivamente a sus necesidades, en términos de movilidad personal y transportabilidad. A veces, por poner algunos ejemplos, puede ser útil tener la posibilidad de ajustar la altura integrada en la silla de ruedas; por ejemplo, si trabaja en una oficina, puede necesitar una silla de ruedas más alta o más baja en función de la altura de los escritorios o las estanterías. O podría ser útil disponer de una función de localización, para garantizar la máxima versatilidad y una ayuda adicional en caso de que la persona pueda levantarse, pero necesite un apoyo adicional para hacerlo.
En definitiva, hay muchas opciones, pero en cualquier caso estamos hablando de una ayuda al movimiento que es realmente importante para el sujeto, por lo que debe responder plenamente a sus necesidades para garantizar su seguridad, autonomía y libertad.
Pero aparte de la tecnología, que sin duda puede ser de gran ayuda, ¿qué dificultades encuentran los usuarios de sillas de ruedas? Veamos las principales y cómo superarlas.
Barreras arquitectónicas, soluciones para la autonomía y estereotipos a derribar
La primera dificultad a la que pueden enfrentarse los usuarios de sillas de ruedas es, sin duda, la de desplazarse en presencia de barreras arquitectónicas. ¿Qué es?
Hemos hablado a menudo de ello, pero repetiremos aquí una posible definición: «se entiende por barrera arquitectónica cualquier elemento constructivo que impida, limite o dificulte la circulación o el uso de los servicios».
Por supuesto, esta es una definición bastante general, pero refleja la realidad, porque lo que es una barrera arquitectónica para una persona puede no serlo para otra. Todo depende de la persona y del contexto.
En cualquier caso, está claro: ya sean las escaleras de un bloque de pisos, el pasillo estrecho de una casa o los escalones de un tren o de una estación, todo lo que impida o dificulte el desplazamiento autónomo puede definirse como barrera arquitectónica.
Para los usuarios de sillas de ruedas, las situaciones desagradables están, desgraciadamente, a la orden del día, en una sociedad que no siempre está a la altura en lo que se refiere al movimiento independiente.
Sólo hay que pensar en las dificultades que puede encontrar un usuario de silla de ruedas incluso cuando utiliza el transporte público, si no está adecuadamente equipado o si no hay otra persona que pueda prestarle ayuda.
En estos casos, siempre es recomendable informarse previamente de los servicios disponibles. ¿Hay escaleras mecánicas o ascensores en las estaciones de metro y tren? ¿Hay plataformas que faciliten la subida y bajada de los trenes o autobuses? ¿Hay plazas reservadas para sillas de ruedas, con todo el equipamiento de seguridad necesario, en los distintos medios de transporte?
Los mismos problemas pueden surgir para el acceso a determinados edificios, como escuelas y oficinas. Compruebe siempre si hay salvaescaleras o ascensores adecuados para usuarios de sillas de ruedas.
Recuerde que las barreras arquitectónicas no sólo afectan a los espacios públicos o al aire libre, también pueden estar presentes en su propia casa.
Si, por ejemplo, vives en una casa de dos plantas y convives con una persona mayor que en algún momento tiene que utilizar una silla de ruedas por problemas de salud, debes asegurarte de que las habitaciones de la casa sean siempre accesibles para esa persona.
En algunas situaciones, se puede considerar la presencia de una persona que proporcione asistencia, pero básicamente, trabajar en la eliminación de las barreras arquitectónicas garantizará una mayor autonomía y, por tanto, una mayor serenidad para la persona. En estas situaciones, por ejemplo, el uso de un salvaescaleras podría ser muy útil.
Y no olvidemos la importancia de elegir el mobiliario de estancias como la cocina, el dormitorio y el cuarto de baño, que para una persona en silla de ruedas, para que sean cómodas, seguras y accesibles, deben cumplir ciertos requisitos de espacio y movilidad. Tenga cuidado con las habitaciones estrechas, las estanterías altas, los muebles con esquinas afiladas o los baños con superficies resbaladizas y sin ayudas.
Después de haber enumerado algunos de los problemas más comunes con los que se puede encontrar una persona en silla de ruedas y de haber destacado las posibles soluciones, también nos gustaría señalar algunos estereotipos que deberían romperse junto con las barreras arquitectónicas.
No es cierto que una persona en silla de ruedas no pueda moverse de forma independiente. Por supuesto, cada situación debe evaluarse por separado, pero por poner un ejemplo, una persona en silla de ruedas también puede conducir un coche. Hay una serie de opciones que pueden instalarse en función de las dificultades de la persona, como cajas de cambios automáticas y mandos de aceleración y freno manuales, o puertas correderas y sistemas de carga y descarga para sillas de ruedas.
No olvidemos una cosa más: la asistencia es importante, en algunos casos fundamental, pero al mismo tiempo no siempre una persona en silla de ruedas necesita necesariamente nuestra ayuda para los gestos y actividades cotidianas. Si sabemos que un ser querido tiene problemas para hacer algo, o si notamos que una persona tiene dificultades, es por supuesto nuestro deber prestarle ayuda. Pero en muchos otros casos, si no se solicita ayuda, podemos ser intrusivos y molestar a la persona.
Se trata de romper un estereotipo: no siempre una persona en silla de ruedas tiene dificultades y nos necesita necesariamente. Más bien, como sociedad, deberíamos intentar comprender las necesidades de movilidad e independencia, y trabajar para mejorar las posibilidades de movilidad de las personas.